viernes, 20 de febrero de 2015

Imprimiendo imágenes.

Al lado de casa había una imprenta abandonada. Sin tejado, sin paredes, sin suelo. Tres plantas de esqueleto arruinado por el frío de los meses de febrero.
Lo descubrí después de haber pasado varias veces por la puerta y me temblaron las piernas al pensar en las fotos del vertedero del sótano, las escaleras a medio caer y las ventanitas de la fachada. Muchas, muchísimas ventanas pequeñas.
Era una imprenta porque así lo ponía en rótulo partido. Y un escalofrío me recorrió la columna de felicidad y nostalgia.
Al día siguiente comenzaron las demoliciones. Y a pesar de haber visto el edificio sólo una vez me dio mucha pena que lo tiraran. No sé por qué. Ese edificio era mío desde hacía sólo veinticuatro horas y me lo habías arrebatado. No pude acostumbrarme a él, a su color, a sus vigas, a sus latas de cerveza oxidadas. No pude cansarme de pasar por su puerta, tan deshecha como el cartel. No pude hacer fotos. Ni una.

No hay comentarios: