Hay momentos en los que todo carece de
orden. Nada está en su lugar, porque ni siquiera hay un lugar para cada cosa. Se
mezcla lo irracional, con lo emocional, lo económico con lo espiritual y un
examen el sábado. Y en medio de ese tornado existencial, de ese ¿pero qué
mierdas estoy haciendo con mi vida? Alguien se despide de ti sin palabras, se
acerca sin avisar, apoya la barbilla en tu hombro mientras te rodea con un
brazo, porque en el otro lleva cosas, y en tan sólo unos segundos, en ese
simple gesto, absolutamente todo, encuentra su lugar.
Sin avisar.
No dejéis de escuchar este tema.