Me crié en el extrarradio de la capital, pero mi
abuela dice que soy buena gente. Y guapa. También dice que soy guapa. Los
domingos no voy a misa, pero paso por la puerta. Vivo enfrente de la iglesia.
Duermo con la persiana subida porque pasé años mudándome de casa en casa y me despertaba desubicada. No me gusta que los niños griten en el patio de mi
edificio. Son muy molestos cuando intentas ver una película. Pero casi nunca
veo películas. Prefiero las series. Pienso que las películas son muy largas y al
final siempre termino enlazando capítulos durante más de 3 horas. Hoy le he
preguntado al portero por la vecina de arriba, llevo días sin verla y es una
señora mayor. Al volver de Correos me ha dicho que la había visto ya y que
estaba bien. Mis amigas se preocupan de mis relaciones amorosas, pero lo que no
saben es que a mí ya empiezan a no preocuparme. Pasado mañana hace un año que
le dejé el post-it al chico de la biblioteca y lo más triste es que ni siquiera
le he echado de menos. El año pasado compartimos el que creí sería el último
bote de pisto de mi abuela. Pero resulta que tengo otro. Pienso guardarlo hasta
el puente de diciembre, iré a Almería, compraré una barra de pan y me lo comeré
en la playa. Preferiblemente sola. Y le diré al mar que este año la vida se ha
portado regular pero que no pasa nada. No soy rencorosa.
lunes, 25 de septiembre de 2017
domingo, 20 de agosto de 2017
Vivir, trabajar, viajar en comunidad.
Se nos está acabando el viaje en
México, pero no el del aprendizaje que estamos haciendo. Estos últimos días nos
han dado un poco de respiro y esperanza. No todo está perdido. Aún queda gente
que trabaja para que las personas que menos tienen sean autosuficientes y
puedan darle un futuro a sus hijos. Conocer el proyecto de los cafetales en las
comunidades tzeltales ha sido, sin duda, una de las cosas más bonitas que he
vivido en mucho tiempo. Bien es cierto que los tzeltales son muy cerrados y que
te presentes en su casa con 3 cámaras no ayuda. Pero les puede su amabilidad y
curiosidad. Y por qué no decirlo, los niños se nos dan bien, y a través de
ellos es más fácil conquistar al resto de la familia. Aún así, la experiencia
ha sido maravillosa. Eso y llevar una semana viajando en el remolque de una
camioneta por caminos que ni las cabras pueden subir. Nos queda mucho por
asimilar y pasarán meses hasta que realmente hayamos comprendido todo lo que
hemos aprendido en este viaje. Pero qué bien poder vivir y compartir estos
momentos.
Nos quedan 2 días en Ciudad de
México que pensamos exprimir más que una naranja de zumo. Ya nos recuperaremos
en Madrid.
miércoles, 16 de agosto de 2017
Aceptando
Llevamos dos días de descanso y se agradece poder
coger un poco de perspectiva de todo lo vivido. Es jodido, muy jodido hablar
con personas que han perdido todo, que huyen de la muerte sin haber hecho nada
para merecerlo. Simplemente porque no quieren que sus hijos entren en una mara,
o porque su propio hermano es uno de ellos y va a matarlos. Sí señores, escuchar
a un hombre contar lo feliz que se sintió el día que vio nacer a su hermano
pequeño, el día que su mamá le dijo que tendría que cuidarlo mucho porque era
muy pequeño y que 30 años después ese pegotito de nariz chata con el que has
crecido, al que has defendido, con el que has jugado vaya a tu casa a matarte a
ti y a tus hijos, escuchar eso mientras llora de rabia, de dolor y de miedo por
saber que si algún día lo encuentra lo matará. Escuchar eso, no es fácil, pero
vivirlo tiene que ser tan horrible que todo lo que se te pasa por la cabeza
mientras le escuchas contarlo es anecdótico.
Perdonad si estos días mis textos no tienen mucho
sentido gramatical, el cansancio y las emociones no ayudan.
Estos dos días de descanso nos están dando fuerzas,
hemos visto los rituales de curación por los ritos indígenas y navegado por un
cañón lleno de cocodrilos. Hemos comido rico y dormido en unas camas
maravillosas, hemos aprovechado para chequear las redes sociales y asimilar
parte de la increíble experiencia que estamos viviendo. Que el viaje es duro,
pero la experiencia es muy positiva. Estamos trabajando para mejorar la vida de
estas persona y eso, aunque a veces se haga cuesta arriba, nos da fuerzas para seguir
trabajando.
sábado, 12 de agosto de 2017
Imagina
Imagina que tienes un hijo de 12 años. Imagina que va a la
escuela a aprender, a jugar. Imagina que un día entran unos señores con armas
en su clase y le dicen “Eh, tú, ahora eres de mi banda”. Imagina que lo matan
al poco porque sí.
Imagina que eres un costurero, tienes un pequeño taller,
para dar de comer a tu familia. Trabajas duro cada día, el negocio no va tan
bien como te gustaría. Imagina que un día vienen unos señores con armas a tu
taller y te dicen “Eh, tú, o me pagas 300€ a la semana o te mato a ti y a tu
familia”. Imagina que tienes otro hijo que ya ha cumplido 14 años. Imagina que
un día volviendo de hacer un recado lo paran unos señores con armas, se lo
llevan y le tatúan el símbolo de su mara en el brazo. Imagina que tu hijo se
escapa, a los días lo encuentran, le dan una paliza y le dicen “Eh, tú, que
tienes que ser de los nuestros, ya tienes un tatuaje”. Imagina que sales de tu
país, en busca de refugio, para tu familia. Pero sales sólo. En casa se quedan
tu mujer y el único hijo que se quedan escondidos para no ser atrapados por la
mara. Imagina que encuentras ese lugar después de cruzar andando dos países,
alquilas un cuarto, y trabajas duro para poder volver a por tu hijo. Imagina
que por fin tienes algo de dinero para traerlo, vuelves andando a por él y te
lo traes pero al ser menor de edad tienes que sobornar a todos los policías que
te vas encontrando para que le dejen continuar. Imagina que por fin llegáis al
cuartito. Imagina que cerca de ese lugar hay un sitio donde te pueden ayudar a
tramitar un visado de refugiado. Comienzan los papeles, meses de espera ilegal
en un país que no te quiere. Por suerte, en esta pequeña oficina van a
ofrecerte todo lo necesario para protegerte. Porque imagina que la mara que
persigue a tu hijo también está en el país en el que pides residencia. Imagina.
jueves, 10 de agosto de 2017
Para las maras los migrantes somos "tesoritos"
Pongamos que vas en
tren. Uno de esos nocturnos. Pero no vas cómodamente sentado, no tienes billete
porque es un tren de mercancías. Y vas el techo, o agarrado a cualquier pieza
metálica de dudosa resistencia. El tren frena de golpe en una zona boscosa.
Miras y no ves nada. Oyes disparos. Tienes dos opciones, salir corriendo por un
bosque que no conoces o encontrar un rincón en el que esconderte y rezar porque
no te encuentren. Oyes voces cada vez más cerca. En el mejor de los casos es la
Migra (policía migratoria) te encuentran, te dan una paliza, te roban y de
vuelta a tu casa. La otra posibilidad es que sea algún grupo organizado: te dan
una paliza, te roban, llaman a tu familia y les extorsionan hasta que paguen
una cantidad de dinero. Si lo hacen, tú decides si vuelves a casa o sigues el
viaje. Si no lo hacen, acabarás muerto en cualquier descampado.
Fin.
Y esta es sólo una
de las cosas que te pueden pasar. Hoy hemos estado en un albergue de
migrantes. Allí desayunan y están tranquilos hasta que pasa uno de los trenes.
La Migra no puede entrar, así que los migrantes descansan al sol hasta la hora
de la comida. Un pequeño oasis en el camino.
Otro día os cuento
alguna de sus historias.
lunes, 7 de agosto de 2017
DELICIOSOS TAMALES
La verdad que la ciudad no tiene nada que ver con lo que nos han vendido, además de ser preciosa, no se siente nada insegura y la gente es bastante amable aunque no voy a ocultaros que hemos empezado en Ciudad de México como se debe empezar, presenciando una persecución de un taxista a un turismo, a trompadas por la carretera hasta que lo ha adelantado y lo ha obligado a parar mientras se bajaba del coche con intención de darle un beso. Creo.
Hemos acelerado para no tener que paricipar en el desenlace y porque teníamos una deliciosa comida esperándonos.
WELCOME TO MÉXICO.
lunes, 31 de julio de 2017
Ay, Dios, mi vida está hecha un Cristo.
Hay momentos en los que todo carece de
orden. Nada está en su lugar, porque ni siquiera hay un lugar para cada cosa. Se
mezcla lo irracional, con lo emocional, lo económico con lo espiritual y un
examen el sábado. Y en medio de ese tornado existencial, de ese ¿pero qué
mierdas estoy haciendo con mi vida? Alguien se despide de ti sin palabras, se
acerca sin avisar, apoya la barbilla en tu hombro mientras te rodea con un
brazo, porque en el otro lleva cosas, y en tan sólo unos segundos, en ese
simple gesto, absolutamente todo, encuentra su lugar.
Sin avisar.
No dejéis de escuchar este tema.
lunes, 24 de julio de 2017
Hostia a mano abierta.
-¿Qué piensas?
-En nada.
-No se puede pensar en nada. Eso me dices tú a mí.
-Quién coño me mandaría a mí meterme en La Confianza,
estudiar económicas y perder la juventud y la vista en unos libros que no valen
para nada.
-¿Y eso?
-Eso. Llevo 42 años pensando que lo que vivía no era
importante, era como, como provisional, como, como si estuviera esperando
destino. Y mientras estaba en la cola esperando, trabajaba y estudiaba como un
negro porque tenía que ser así, porque más adelante iba a llegar mi vida, mi verdadera
vida ¿Y sabes qué pasa? Pues que ya ha llegado.
-Y va, y no te gusta.
-Y va, y no te gusta. ¿Qué me espera? Tú y yo solos,
vegetando todos los fines de semana en esa mierda de chalé, todos los puentes,
todas las vacaciones de Semana Santa, y un día te mueres y se te queda esa
carita de gilipollas. Y en el último momento te dices, vamos, vamos, vamos...
porque es que te han llevado al huerto toda la vida… y nunca has hecho lo que
tú querías. Pues eso es lo que me pasa a mí, que me he equivocado, coño.
Las verdes praderas, José Luis Garci. Escuchado en Hoy Empieza Todo 2, Radio 3 el 21 de julio
de 2017
jueves, 20 de julio de 2017
No te fíes de nadie
Huir de la muerte segura y lanzarse a un viaje de muerte
probable.
Comienza el viaje a México con una reunión en la que delante
de un bocadillo de lomo con tomate se te eriza el vello y te atragantas. Miles
de personas cruzan cada año el país desde Honduras, Guatemala y El Salvador
huyendo de la muerte en sus hogares, las maras, los carteles, droga, deudas,
hambre, hay tantos motivos como migrantes. Algunos cogen el tren apodado La
Bestia, líneas de trenes de mercancías en las que los migrantes se juegan la
vida para cruzar los kilómetros que les distan de la frontera con Estados
Unidos. Otros hacen el viaje a pie. Sólo hay una norma para viajar: no te fíes
de nadie. Las maras infiltran a gente en los trenes y en los caminos, se hacen
amigos de los migrantes, les roban, violan, extorsionan y secuestran. No lleves
apuntado ningún numero de teléfono, menos aún si vas en busca de un familiar en
Estados Unidos, si lo encuentran llamarán a tu familia y les pedirán dinero,
1000, 500, 300 dólares, lo que sea. Apréndete el número de memoria, no des tus
datos reales a nadie, evita coincidir con la misma gente varios días seguidos y
procura no morir antes de cumplir El Sueño Americano.
martes, 18 de julio de 2017
Con un pie en el aeropuerto.
Pues ya va siendo hora de explicar mi siguiente viaje...
Muchos recordaréis que el año pasado anduve por las Américas, pues en unos
días vuelvo. Con la misma gente pero a otro lugar. Este año nos espera México.
Va a ser un viaje más corto pero todo apunta a que será igual de emocionante.
Nos toca documentar la situación de los migrantes en la frontera con Guatemala.
Unas vacaciones idílicas. Y es que yo, lo de estar en la playa con el culo en
la arena, lo llevo regular. La gente se preocupa y me preguntan por mis padres,
que cómo soy capaz de darles estos disgustos... y aunque sé que es arriesgado
lo que vamos a hacer, estoy segura de que mis padres se vendrían con los ojos
cerrados. Los cambios se hacen desde dentro, y en mi familia el ayudar es algo
que se hace sin pensar. No somos de pedir favores, pero si podemos hacer algo
por alguien, estamos los primeros. En mi casa han vivido tíos, primos y
alemanas desde que yo era bien pequeña. Porque donde caben 2, caben 3 y lo
mismo da echar un puñado de arroz más a la olla. Nos enviaban a campamentos
para chavales sin recursos porque nosotros sí pagábamos y gracias a eso podían
ir otros niños que no. Jamás hemos pedido una beca (aunque nos ha hubieran
dado) porque hay gente que seguro que la ha necesitado más que nosotros y mis
padres con sus más de 50 años son voluntarios cada vez que una asociación del
pueblo necesita ayuda para cualquier cosa. Con un ejemplo así, yo no podía ser
de otra forma. He tenido la grandísima suerte de conocer a mi vecino que tiene
amigos hasta en el infierno y muy poca vergüenza a la hora de pedir las cosas y
hemos conseguido por segundo año consecutivo, ayudar a la ONG a través de
nuestro trabajo. El proyecto de este año va a ser menos bonito estéticamente
hablando, pero es una realidad que hay que denunciar, que hay que visualizar y
esa es nuestra labor: documentar las necesidades de una población que huye de
la miseria, la droga y la violencia. La hostia emocional ya os digo que va a
ser fuerte. Muy fuerte. Pero por encima de eso está la hostia de humildad. El
volver a un hotel con wifi y tuitear desde un iphone la mierda de mundo en el
que vivimos. Estos viajes ayudan a otros pero también hay un componente
egoísta, y es poder darse cuenta de lo afortunados que somos. Nos quejamos de no
poder viajar, no poder poner aire acondicionado en casa, no tener una tele más
grande. Y está bien, es nuestra realidad y nos afecta. Pero tenemos agua y luz
y sanidad. Tenemos un plato de comida 3 veces al día y una familia que nos
quiere, amigos con los que tomar una cerveza ¡TENEMOS CERVEZA! Y esto es mucho,
muchísimo más de lo que millones de personas jamás tendrán. Me quejo poco, y
cada vez menos cuando me preguntan qué tal estoy por haber suspendido el examen
o porque no haya salido bien lo del chico de la biblioteca. Mal, estoy mal,
pero también estoy feliz y a gusto con todo lo que tengo, con estas ganas de
vivir, de compartir y de ayudar. Con esta grandísima suerte de no haber dormido
una mierda y poder tomarme el día con calma.
jueves, 25 de mayo de 2017
Bizcocho de almendras.
Mi tío hace el mejor bizcocho de almendras del mundo. No, mi
madre lo hace mejor, eso es porque no has probado el mío, el mejor es el que
comí en Andorra. MENTIRA. El mejor bizcocho de almendras del mundo es el de mi
tío. No puedes decir eso si no has probado el resto. Aunque los pruebe. Aunque
sepan mejor, aunque sean más esponjosos y jugosos. El mejor es el de mi tío y
punto. Lo hace todas y cada una de las reuniones familiares. Da igual que otro
avise que va a llevar tarta, arroz con leche o flan. Él siempre hace su
bizcocho de almendras. Un bizcocho fino con una capa de almendras tostaditas
por encima. Lo trae en una bandeja de horno que siempre se lleva sucia. La
bandeja ha ido cambiando con los años porque son muchos los que lleva
haciéndolo. Hubo un tiempo que probó a poner papel albal pero se quedaba
pegado. Y cada vez que aparece por la puerta con la enorme bandeja dice siempre la misma frase
“Blanca, ve guardando tu parte” porque de la bandeja entera, un tercio me lo
llevo yo. Mi tío lleva más 20 años haciendo el bizcocho de almendras para
que su sobrina se lo lleve. Y eso, sólo lo hacen los mejores.
viernes, 21 de abril de 2017
Ibuprofeno.
Ya volví de Nepal. Tuve 14 horas de escala en Doha para volver a la realidad y colocarme la espalda y los chackras en un sillón del aeropuerto. Hace más de un mes que volví, pero no he reunido tiempo ni fuerzas ni ganas para escribir. Es lo que pasa cuando estás sobrepasado. Todos nos sobrepasamos. Hay quien lo asume, vive con ello y hace por superarlo y hay quien se cree que puede con todo hasta que se derrumba. Yo lo asumo y luego me derrumbo. Y NO PASA NADA porque cuando eres consciente de dónde estás puedes empezar a avanzar. Uno de los mayores problemas a los que me enfrento últimamente son mis reglas. Tremendamente dolorosas y altamente hirientes para mi estado de ánimo. Intento sobrellevarlas pero llega un momento en el que tengo que mandar todo a la mierda. De tanto decir que las mujeres somos iguales que los hombres al final os lo habéis creído. PUES NO. Yo no puedo ser igual que un hombre en primer lugar porque yo he sido bendecida con el milagro de la vida. Puedo traer hijos al mundo, puedo perpetuar la especie gracias mi útero pero para ello tengo se sufrir un terrible dolor cada 28 días, sangrar hasta la anemia y vomitar de puro malestar. Durante 40 años. Es difícil hacer vida normal, reconozcámoslo. Así que no tengo ganas de escribir. Mi útero procreador no tiene ganas de escribir.
Voy a por otro ibuprofeno.
domingo, 22 de enero de 2017
Próxima parada: NEPAL
Pues sí, resulta que voy a aprovechar
la hartura laboral para colocarme los chakras y el alma. Puesto que el ritmo
del viaje a Argentina no me permitió escribir ni actualizar el blog como me
hubiera gustado, esta vez no voy a prometer nada, pero sí espero poder
compartir un poco más con vosotros.
Lo más importante del viaje es la
inmediatez, ya tengo un pie puesto en el Everest y cuando viajas como yo viajo:
con cámara de fotos y un par de bragas, lo de esperar meses para coger un avión
se hace eterno. Otra cosa importante es que vamos a alojarnos en casa de una
familia nepalí y a vivir con ellos. Creo que soy una de las personas más
afortunadas del mundo en cuanto a viajes se refiere. Voy a morirme de frío en
el suelo de una casa nepalí sin calefacción, pero no se me ocurre una forma
mejor de viajar a un país así. A la vuelta se vuelven todos y yo me quedo unos
días más. He decidido cumplir 32 años en Katmandú, y, por más que lo pienso, no se me ocurre un lugar
mejor.
Puesto que ya me compré todas las cosas
(que no usé) para el frío polar de Argentina, apenas tengo que comprar nada para mí, pero al parecer habrá que llevar algunas cosas extra para allá. Se aceptan donaciones para la familia y la comunidad a la que vamos,
esta gente todavía está reconstruyendo sus vidas después del terremoto y os
aseguro que el dinero llegará directo a las manos de los afectados. Así que si
alguien quiere colaborar que me contacte a talvezdos@hotmail.com
Suscribirse a:
Entradas (Atom)