Hoy, cincuenta adultos han limpiado sus conciencias. Creen
que tienen las puertas del cielo abiertas porque han ayudado a veinticinco
niños a montar veinticinco bicicletas que aquí no son para el verano, si no para
el cole.
Se trata de una multinacional de esas que tienen un montón
de millones y de las que paga muy bien a sus empleados. La empresa los ha
alojado en uno de los mejores hoteles de la ciudad, a los cincuenta. Pero sólo
han comprado veinticinco bicicletas que, por supuesto, son bienvenidas. Los veinticinco niños que las han recibido no podían quitarse la sonrisa de la boca ni cuando los
cincuenta adultos les hacían fotos como a los monos de zoo. Estaban
emocionados con sus bicis nuevas, con cesta y doble sillín para llevar a los
hermanos. Estaban felices y contrariados de que en el hotel hubiera tanta comida y
bebida ¿por ellos?.
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