
Después de una aplastante siesta de casi cuatro horas, ayer fuimos al cine a ver Ágora. No está mal. Entretenida, bien ambientada... el Señor Amenábar se lo ha currado.
Resulta que el lunes no es fiesta. Y yo tengo clase de inglés. Algunos pensaréis "pasa de la clase y lárgate de puente!" y es lo que haría si no fuera porque el jueves 10 me voy a Barcelona y me salto la clase del jueves y del viernes... Y no sé qué hacer... ains.
Mirando billetes resulta que el AVE cuesta unos 200€ y el avión no llega a 60... es un poco triste, la verdad. Porque uno se plantea el cambio climático desde la posición de ciudadano y ahorra agua, baja la calefacción, apaga la luz de las habitaciones en las que no está, reutiliza y recicla, lleva sus propias bolsas cuando va a comprar (pero no del Carrefour) o sacrifica la descarga del E-mule apagando el ordenador por las noches.
Y cuando llega el momento de tomarse un respiro, uno se va de vacaciones pero no desatiende sus obligaciones medioambientales y guarda la botella de agua vacía en el bolso hasta encontrar un contenedor de reciclaje, apaga la colilla en el zapato y la mete dentro del plástico del paquete de tabaco por no tirarla al suelo... en fin, ¡qué os voy a contar!
Y todo el esfuerzo que supone tu compromiso con la tierra se pierde en el momento en el que tienes que coger un avión a Barcelona porque no puedes pagar un billete de AVE.
¿A que no adivináis cuál contamina más?
Aquí os dejo un artículo, que no he contrastado, pero que me ha parecido interesante a cerca de esta cuestión.La foto de hoy es un cementerio de moscas...