Se nos está acabando el viaje en
México, pero no el del aprendizaje que estamos haciendo. Estos últimos días nos
han dado un poco de respiro y esperanza. No todo está perdido. Aún queda gente
que trabaja para que las personas que menos tienen sean autosuficientes y
puedan darle un futuro a sus hijos. Conocer el proyecto de los cafetales en las
comunidades tzeltales ha sido, sin duda, una de las cosas más bonitas que he
vivido en mucho tiempo. Bien es cierto que los tzeltales son muy cerrados y que
te presentes en su casa con 3 cámaras no ayuda. Pero les puede su amabilidad y
curiosidad. Y por qué no decirlo, los niños se nos dan bien, y a través de
ellos es más fácil conquistar al resto de la familia. Aún así, la experiencia
ha sido maravillosa. Eso y llevar una semana viajando en el remolque de una
camioneta por caminos que ni las cabras pueden subir. Nos queda mucho por
asimilar y pasarán meses hasta que realmente hayamos comprendido todo lo que
hemos aprendido en este viaje. Pero qué bien poder vivir y compartir estos
momentos.
Nos quedan 2 días en Ciudad de
México que pensamos exprimir más que una naranja de zumo. Ya nos recuperaremos
en Madrid.
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