domingo, 7 de agosto de 2016

Diario de una aventura argentina 4: La flor en el culo



Resulta que ya estamos en Argentina... QUE YA ESTAMOS EN ARGENTINA
Aún no me lo creo.
No sé si es el cansancio, la alegría, o los dos días sin dormir pero ayer pillé la cama y me faltó besarla. Como empanadas por encima de mis posibilidades.
Llegamos a Buenos Aires, a las 4:30 de la mañana y sólo tardamos 2 horas (dos) en pasar el control de aduana. Resulta que no se puede entrar casi nada en el país y menos aún comida y electrónica, así que imaginad, todo el equipo de fotos y un kilo y pico de embutidos para mi amiga V- y su marido que hacía 3 años que no veía... Parece que les llamó tanto el despliegue de medios fotográficos que pasaron por alto el jamón ibérico. Y al no ser resistentes no pudieron ponernos pegas por llevar más objetivos el Ibex35 a principios de año. Entrando por la puerta grande.
Llegamos para la reunión del proyecto, organizar fechas, visitas, hoteles y una vez que todo estuvo listo quedamos a comer con V- y corriendo de nuevo al aeropuerto. Pero otro, porque resulta que la mayoría de las ciudades del mundo tienen dos aeropuerto o tres o yo qué sé.
A las 8 de la tarde aterrizábamos en Salta. Arrastrando una maleta de más de 32 horas sin dormir. A las 9 de la mañana teníamos que estar en casa de una d elas chicas de la ONG que amablemente se había ofrecido a llevarnos a Cafayate puesto que ella tenía que ir. Y una hora más tarde estábamos montados en una furgoneta con ella, su hija de 8 años y su suegra (una indígena de 84 años). Un viaje de 3h se hizo de 5. Paramos a ver las mejores vistas de  las Quebradas de Cafayate, nos contó las anécdotas y leyendas de la zona, el porqué de las telas rojas atadas a los árboles en honor al Gauchito Gil o como el hermano de su suegra fue a buscar uno de los tesoro de los Jesuitas y se perdió. Además nos dieron todo el tiempo del mundo para hacer fotos, cosa a la que no estoy acostumbrada. Tengo que reconocer que se me saltaron las lágrimas de ver algo tan increíble, de poder disfrutar de aquella magia de la Madre Naturaleza o mejor, de la Pachamama, como la llaman los indígenas de aquí. El viaje, hasta ahora no puede ir mejor.
Otra cosa muy divertida es que viajo con un fotógrafo y me hace fotos. ¡Mamá, voy a salir en las fotos de mis vacaciones!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quiero ver fotos ya!!!

Fdo: La Rubia��