domingo, 29 de junio de 2014

111

Nunca me gustó ese autobús.
Cuando llegué aquí estuve a punto de cogerlo un par de veces. Pero conseguí evitarlo. Verlo solo me producía escalofríos. No sabía porqué.  Decidí no cogerlo. Nunca. Y eso que pasa cerca de la casa. Un año después de morir mi tío, hablando un día con mi tía, le comenté que llevaba un tiempo coincidiendo que miraba siempre las horas en momentos capicúa o similares y que me daba una sensación extraña y me dijo: ese es el tito que le gusta mucho jugar con los números y te manda recuerdos. Así que empecé a disfrutar esos momentos:  las 12:21, las 21:12, las 18:18 y la más divertida 11:11
Llegué a pensar si el autobús 111 no sería igual. Así que me planteé cogerlo un día. Pero no pude. Según lo vi acercarse me invadió una sensación de vacío,  de agobio. La desolación más absoluta rodando sobre la calle hacia mí. El  tío nunca me mandaría eso. Todavía no lo he cogido.  Hoy he decidido que nunca montaré en él. En ningún lugar del mundo.
No recuerdo si alguna vez lo he cogido en Madrid, pero si es así,  nunca más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ley tu blog y me fuí a la cama y me despierto al rato y voy al baño y sabes q hora era 1.11.
Alguien de pelo blanco y rizado cuidaba mi sueño. bss