jueves, 12 de junio de 2014

Un sueño


Ya con 12 años acostumbraba a subirse a los árboles. No era como el resto de los niños que lo hacen por ser gamberros, ella lo hacía para sentir el vértigo en el estómago,  la sensación de vacío bajo sus pies, la temible acción de soltar una rama y coger otra y su momento de incertidumbre entre medias.
No era una aventurera, sólo le gustaba sentir. Con los años la sensación iba desapareciendo. Y subir a los árboles ya no le producía más que un sentimiento de añoranza.
Empezó a buscar otros lugares donde volver a sentir el vacío bajo sus pies. Probó en las montañas rusas de los parques de atracciones, subió al Teide y  al Everest, saltó en paracaídas,  hizo puenting. Nada. La sensación se parecía,  pero no. Un día, mientras iba en el tren cansada ya de buscar algo que daba por perdido,  que igual ni existía, que podría ser el recuerdo borroso de una infancia ya olvidada, paró. -No más. Buscaré un trabajo, compraré un piso en el centro y me quedaré quieta. En este momento el tren frenó en seco. Las maletas cayeron al suelo, algún viajero dio un grito. -¿Qué pasa? ¿ qué ha ocurrido?  ¿por qué nos hemos parado?  Preguntaba la señora de su lado. Y fue en ese momento cuando se dio cuenta de que no se podía mover. Estaba paralizada, la espalda apoyada en el asiento y las manos cruzadas sobre la piernas, completamente tensa, inmóvil como la piedra. Intentó gritar. Nada. Intentó mover los ojos,  las prestañas, las manos. Nada. -Mierda. Yo en realidad no quería quedarme quieta,  era solo una forma de hablar,  igual este verano me iba a hacer salto base a Sao Paulo...no,  por favor. Quiero sentirlo, quiero sentirlo una vez más. Sólo una más,  por favor. Ahí se abrió la puerta de la cabina y el maquinista cruzó con paso firme el vagón hacía ella. -¿estás segura de que no vas a parar hasta que lo encuentres?  ¿vas a seguir buscando siempre? Aún sabiendo que no podía moverse lo pensó. Muy fuerte,  con el corazón reprimiendo el grito-¡SIEMPRE! Y en ese instante su cuerpo inerte se relajó. -Muy bien,  ya tenemos el sueño de vuelta,  ahora podemos continuar el viaje. Dijo el maquinista.

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