De pronto escuchó a Pedro preparar la
carretela. Le extrañó que lo hiciera a tan temprana hora, pero al ver la luz
del sol se dio cuenta de que ya era tardísimo y que empacarle a Gertrudis,
junto con su ropa, parte de su pasado, le habla tomado más tiempo del que se
había imaginado. No le fue fácil meter en la maleta el día en que hicieron su
primera comunión las tres juntas. La vela, el libro y la foto afuera de la iglesia
cupieron muy bien, pero no así el sabor de los tamales y del atole que Nacha
les había preparado y que habían comido después en compañía de sus amigos y
familiares. Cupieron los huesitos de chabacano de colores, pero no así las
risas cuando jugaban con ellos en el patio de la escuela, ni la maestra Jovita,
ni el columpio, ni el olor de su recámara, ni el del chocolate recién batido.
Lo bueno es que tampoco cupieron las palizas, los regaños de Mamá Elena, pues
Tita cerró muy fuerte la maleta antes de que se fueran a colar.
Como agua para chocolate, Laura Esquivel.
Cuando alguien te regala un libro es como
si leyeras a esa persona. Despacito
1 comentario:
Me encanta este libro... Eh!! Me han entrado ganas de volver a leerlo ahora YA. Gracias, bonita!
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