domingo, 4 de diciembre de 2016

Genoma.

Todo el mundo sabe que los vascos son diferentes, otra raza. Patrones genéticos únicos desde hace 7.000 años. Pero lo que diferencia a un vasco no son sus genes, no son sus facciones o su acento. Lo que diferencia a un vasco es su orgullo. De vasco. Un vasco jamás tiene miedo. Jamás siente dolor o pena. Un vasco no llora, ni piensa en lo que ha perdido. Un vasco no sufre. Pero todo eso es mentira. Un vasco llora y siente y padece y se caga en tus muelas, pero luego te da dos palmadas en la espalda, mira el cielo gris y dice que se ha quedado un buen día. Los vascos son diferentes porque su genoma es más grande y por tanto todo lo que hacen es también a lo grande: comer, querer, levantar piedras y claro, es difícil entenderlos. Lo que para ellos es normal para el resto de españoles es demasiado o ridículamente excesivo. Los vascos han sabido adaptarse para sobrevivir. Han tenido descendencia con gentes de otras comunidades autónomas y disimulado sus costumbres exageradas para integrarse dentro de la sociedad. Si alguna vez conoces a un vasco verás que son reservados, colaboradores y huelen bien. Los vascos llevan piedritas en el bolsillo. Cuando tienen un mal día meten la mano dentro y recuerdan su origen, su grandeza y la piedra que te tirarían a la cara para que te calles.

No hay comentarios: