miércoles, 5 de octubre de 2016

Del tiempo y de la biblioteca



El tiempo en la biblioteca es completamente diferente al del exterior. En ella pasa despacio, sutil, apagado o fuera de cobertura. Empecé a estudiar allí porque en casa no me concentro. Con 31 años ya tendría que saber concentrarme en casa, pero no sé. Y con 31 años no me voy a poner a aprender. Me sirve, además, para organizar mejor mi tiempo, ponerme guapa y darle los buenos días al portero.



Llevaba varios días yendo cuando una mañana en la que había pasado más horas tuiteando que estudiando apareció. Y el tiempo se detuvo. Aquel día y el siguiente, y así una semana. Y no pasaba nada. Y se cortó el pelo y otro día apareció con camisa y otro fue al baño. Y de pronto el tiempo, ese que se había parado, entró con prisa por la puerta ya cerrada detrás de él. Octubre llega y dejaré de ir a la biblioteca o dejará de ir él. Abrí la puerta corriendo para que el tiempo volviera a frenarse pero ya no volvió o no volví yo, ya no me acuerdo.



Y fue entonces cuando reuní todo el valor y toda la vergüenza de mis 31 años estudiando en bibliotecas y escribí una nota con un café y mi número de teléfono.




No hay comentarios: