Ayer fue un día muy bonito y muy triste.
Dejé de hacer fotos para estar con los enanos.
Me despedí con lágrimas en los ojos y la certeza de volver a
verlos.
Apenas he pegado ojo pensando en ellos. Y al final te das
cuenta de lo difícil que es ayudarlos a todos. De lo difícil que es ayudar sólo
a uno. La escuela es increíble, pero su rango de acción se limita a la escuela.
Por supuesto ayudan a las familias que les piden ayuda, pero ya. No hacen un
seguimiento activo de los niños. Simplemente porque no tiene recursos para ello
“esta comunidad no cuida a sus niños, es difícil para nosotros acceder a sus
casa, muchas veces los padres son los primeros que no se preocupan por sus
propios hijos”. Y con esta frase tan realista y devastadora dejo Siem Reap y su Treak Village. Con la alegría de haber visto sonreír a sus niños. Con la
tristeza de tener que dejarlos así, a su suerte. Y con la certeza de que voy a
volver. Seguro.