jueves, 3 de abril de 2014

Cuento ilustrado

Hace mucho mucho tiempo vivía una princesa de fresa en lo alto de una presa. 
¿Que por qué vivía en una presa? Pues porque su padre, el Rey, le tenía tanto miedo a la sequía que decidió hacer una presa enorme que le asegurara el agua a su pueblo. Sólo había una cosa a la que el Rey le tenía más miedo que a la sequía: al agua. El pobre Rey no sabía nadar. Así que la vida en el castillo de lo alto de la presa era un poco complicada. Desde ninguna ventana del castillo se podía ver el agua y, si por casualidad, por un despiste, por un descuido de cualquiera de los criados, o de la misma Princesa se quedaba abierta una ventana al embalse, el Rey caía enfermo 40 días y sus 40 noches. La situación no sólo era muy triste sino terriblemente aburrida. A la princesa le encantaba bañarse en el embalse, jugar al waterpolo, hacer piragüismo y skysurfing, pero cada vez que mencionaba algo de esto su padre sufría un ataque de pánico y corría a meterse en la cama, por si caía enfermo. En todo el castillo estaba prohibida La 2 por si aparecía algún documental sobre peces o cetáceos. 
Un día, la princesa decidió salir a pescar con tan mala suerte que al sacar un precioso pez del agua los remos se le cayeron al lago y no pudo volver a tierra firme. Cuando el Rey oyó la terrible noticia primero corrió a meterse en la cama (por si se ponía enfermo) y tras 2 días sin síntomas decidió hacer un comunicado oficial: 
"Aquel que consiga traer a la Princesa sana y salva se casará con ella"

Ni que decir tiene que los jóvenes del reino sabían perfectamente que la princesa no accedería casarse con ninguno de ellos por mucho que su padre lo dijera, así que pasaron olímpicamente del comunicado. 
El Rey, desesperado por la impasibilidad de los jóvenes, decidió tomar las riendas de su reino y solucionar, no sólo el problema de su hija, sino el suyo propio. Mando traer quinientos bloques de hielo del Polo Norte y los lanzó al embalse. Los bloques estaban tan fríos que congelaron la superficie del lago y el Rey pudo ir esquiando a rescatar a su hija. 
Desde entonces todas las ventanas del castillo están abiertas al embalse y dos veces al año quinientos bloques de hielo son traídos desde el Polo Norte.

1 comentario:

Kramen dijo...

Me habia perdido la ilustración esta mañana, ahora si que es una obra maestra :D.