lunes, 13 de enero de 2014

La estación.



Han derribado el edificio abandonado de la estación. Puede que lleve años sin existir. Pero yo me he dado cuenta hoy. Ahora. Hace un rato. Han derribado el edificio y yo, sorprendida, empiezo a derribar recuerdos. La distancia lo destruye todo. Y el pueblo cambia muy deprisa. Apenas paso aquí unos días al año y cada vez siento más los cambios. Me fui con el Bar la Calle cerrado y ahora pienso en lo afortunada que fui.  Una de las últimas generaciones que disfrutó ese lugar. Y el infanta Elena con sus colmenas en los árboles y esa cicatriz debajo de mi ojo de una pedrada en el patio. Yo he cruzado la plaza Ventura con tierra y he terminado dentro de la fuente. Ahora hay una valla para que los jovenzuel@s no hagan el cabra. He vivido pocos años en el pueblo, mi pueblo. Muchos menos que vosotros, pero quizás es por eso que me duelen tanto los cambios. Entré en el edificio con la cámara de fotos la puerta estaba abierta. Trepamos por los cimientos y entramos por una ventana rota.  Cristales en el suelo, escombros y un par de mantas. Saqué pocas fotos porque no tenía mucho dinero para revelados. ¡eh! Vosotras,  salid de ahí. Aquí no se puede estar. Además, ¿no veis como está todo? Que se os va a caer algo encima. Lo siento, estábamos sacando unas fotos. Pues ya habéis acabado, venga, para fuera.

Foto: Bali, Indonesia. Octubre 2013

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