Llevamos dos días de descanso y se agradece poder
coger un poco de perspectiva de todo lo vivido. Es jodido, muy jodido hablar
con personas que han perdido todo, que huyen de la muerte sin haber hecho nada
para merecerlo. Simplemente porque no quieren que sus hijos entren en una mara,
o porque su propio hermano es uno de ellos y va a matarlos. Sí señores, escuchar
a un hombre contar lo feliz que se sintió el día que vio nacer a su hermano
pequeño, el día que su mamá le dijo que tendría que cuidarlo mucho porque era
muy pequeño y que 30 años después ese pegotito de nariz chata con el que has
crecido, al que has defendido, con el que has jugado vaya a tu casa a matarte a
ti y a tus hijos, escuchar eso mientras llora de rabia, de dolor y de miedo por
saber que si algún día lo encuentra lo matará. Escuchar eso, no es fácil, pero
vivirlo tiene que ser tan horrible que todo lo que se te pasa por la cabeza
mientras le escuchas contarlo es anecdótico.
Perdonad si estos días mis textos no tienen mucho
sentido gramatical, el cansancio y las emociones no ayudan.
Estos dos días de descanso nos están dando fuerzas,
hemos visto los rituales de curación por los ritos indígenas y navegado por un
cañón lleno de cocodrilos. Hemos comido rico y dormido en unas camas
maravillosas, hemos aprovechado para chequear las redes sociales y asimilar
parte de la increíble experiencia que estamos viviendo. Que el viaje es duro,
pero la experiencia es muy positiva. Estamos trabajando para mejorar la vida de
estas persona y eso, aunque a veces se haga cuesta arriba, nos da fuerzas para seguir
trabajando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario