El verano me huele a flamenco y yo estoy frita por ir a
ver el mar. No lo veo desde Navidad, y qué mal. Este verano resulta que se ha
liado y entre unas cosas y otras no sé cuándo iré a la playa pero sí que me voy
a Argentina.
Me voy con mi vecino, del que no os he hablado, pero total,
tengo todo el verano para hacerlo. Ha conseguido que nos paguen el billete y
nos vamos a hacer fotos a los proyectos de una importante ONG en el país. Así
que, además de ir respaldados por una organización, vamos a hacer fotos (que de
esto creo que ya sabéis todos que me gusta un poco y tal) y a conocer los
proyectos que tienen montados. Vale que no son vacaciones de relax, pero es un
planazo, lo mires por donde lo mires. Lo de bajar a la playa también, así que intentaré escaparme unos días al camping, a tomar el sol y ver peces, y
dormir. Y mientras, pues pensaba haceros un resumen de mis últimos dos meses,
pero paso de amargaros, así que voy a esperar a poder traeros cosas como que el otro día a un niño se le cayó una patata frita dentro del yogur y se empezó a reír tanto que contagió al de al lado, y ese al otro, y luego al otro y luego a mí y terminamos todos con los ojos llenos de lágrimas viendo cómo se comía la patata mojada en yogur natural azucarado. Esas cosas.
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