martes, 20 de enero de 2015

La tía Maruja

Foto: Estambul, Diciembre 2014.

La tía Maruja tiene un montón de años. Tantos como yo espero tener algún día. Ochenta y tres.
La tía Maruja no huele a señora mayor y ríe. Bueno, en verdad no. No suele reír, pero no para de gastar bromas. Ella las suelta, quien se ríe eres tú y sigue seria y feliz. La tía Maruja tiene ese tono irresponsable y alegre de alguien que no tiene hijos (propios). De alguien que ha vivido por y para los demás. De alguien que adora la música. Yo la escuché cantar el otro día por primera vez, grabada en una cinta, porque ella ya no canta. Luego la escuché tocar al acordeón por primera vez, que no tocaba desde 2001. Y la escuché, por primera vez también, tocar el teclado, con sus dedos deformes por la artrosis pero firmes. Es genial verla hacer cosas por primera vez (para mí) con sus ojos brillantes y una mueca de concentración en la boca. Esa que ponen los niños cuando hacen algo difícil. No diré que es como una niña, eso no sería un insulto, pero sí una falta de respeto. Diré que es irreverente, gamberra, despreocupada y maravillosa. Cualidades que yo también espero tener algún día. A los ochenta y tres.

No hay comentarios: