viernes, 9 de enero de 2015

Cuando seamos mayores



El nuevo año ha venido como descolocado, así que voy a haceros un resumen modo random de lo que he hecho o me ha venido a la mente ultimamente y ya vosotros sacáis vuestras conclusiones.

- El otro día me propusieron hacerme hippi a los 70. El plan me pareció cojonudo, la verdad: Vivir en comuna con gente más o menos de tu edad y cuidarse los unos a los otros. Sellamos el trato dando un paseo después de comer. Muy viejuno todo.

- La insatisfacción como forma de vida me deprime. Conozco a una chica que se define como "fiel a la insatisfacción" y aunque aparentemente ella lo lleva bien, a mí me da cosica. Entiendo que hay que tener espíritu de superación y no conformarse con cualquier cosa... Pero si eso genera frustración o insatisfacción a mí no me trae cuenta. Creo que hay que superarse en la medida de la posible, no aceptar cualquier patraña y exigirse a uno mismo un mínimo, pero no un máximo. Supongo que esta es la consecuencia de vivir casi 5 años con una persona que se exigía tanto que dejó de ser ella misma. Es, como poco, triste.

- Esto, que lo escribí hace tiempo, porque las cicatrices forman parte de nosotros:

"El buceo de aquella mañana no estaba previsto hasta las 10, pero el mar estaba revuelto y decidimos adelantarlo en vista de las nubes. 

Desde el principio algo no iba bien. Pero la idea de aquel día era ver mantas y por nada del mundo nos lo íbamos a perder. 

Yo salté primero y tú conmigo. Comenzamos a descender y después de 15 metros una sombra apareció sobre nuestras cabezas. El  mar estaba revuelto y pensamos que era el barco. Seguimos descendiendo hasta los 20 metros donde buscamos un buen lugar para ver el espectáculo: unas diez mantas bailando para nosotros.

Volvió la sombra y ahora sí,  miramos para arriba. Un tiburón de 4 metros rondaba nuestras cabezas. Decidimos salir de ahí rápido,  pero sin hacer movimientos bruscos que pudieran llamar la atención del animal,  cada vez más nervioso.

Comenzamos el ascenso con más aire de lo normal. Y decidimos saltarnos la parada de seguridad. Llamamos al barco sin quitarle el ojo al tiburón que parecía no haberse dado cuenta de la situación. 

Subiste a bordo y justo cuando comenzaba a quitarme las aletas noté un golpe en el costado y tu grito ahogado. No recuerdo cómo conseguiste sacarme del agua. Pero gracias a ti sólo tengo una cicatriz en el pecho derecho"

Los que lleváis tiempo leyéndome ya sabéis que de vez en cuando escribo sin mucho sentido. Bueno, en verdad casi nada de lo que escribo tiene sentido. Pero mientras hago esto no estoy en la calle insultando viejas con abrigos de piel, o bebiendo café compulsivamente o corriendo desnuda por el campo.

¡Con el frío que hace!

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