martes, 27 de diciembre de 2011

La princesa, el jinete y el máster en finanzas.


Hace unos años en un pequeño castillo vivía una princesa con sus padres el rey y la reina. Eran reyes de un reino muy pequeño, pequeñísimo, tan pequeño que apenas podían cruzar las murallas de su castillo sin sentirse extranjeros. Además, no siempre les concedían el visado para entrar en los paises colindantes, y otras veces con las vacaciones y las fiestas nacionales se les retrasaban los papeles. Burocracia.
No os creais que la princesa se aburría dentro de su castillo, dentro de las murallas había un país entero, con su primer ministro, sus jueces, su administración, su sanidad (pública), su colegio, su instituto, su universidad, tres o cuatro rotondas, tiendas de ropa, helados, libros, mercería, charcutería....
En verano podía elegir si pasar sus vacaciones en la playa del patio central o en las montañas de la puerta oeste. Salía con sus amigas al cine del corredor o se iba a estudiar a la biblioteca nacional para no tener que recoger su cuarto por orden de su real madre. Era un reino modesto pero apañao.
Aunque la princesa no se aburría, si bien tenía inquietudes, y le gustaba mucho visitar otros lugares. Tenía una vida de princesa total y le gustaba hacer lo que le daba la gana cuando le apetecía. A veces con sus padres o con sus amigas y viajaban por países de todo el mundo, alquilaban un coche o cogían el 106 desde la misma puerta del castillo. Fue en uno de esos viajes que conoció a un apuesto jinete de carreras. Era un poco pequeño, pero mono. El jinete se enamoró locamente de la princesa nada más verla y la princesa que era muy princesa, pues se dejó engatusar por las bonitas palabras (y regalos) del jinete. Pronto se casaron y se fueron a vivir al pequeño reino. El jinete al principio estaba contentísimo ya que podía montar en hipódromo de su suegro y apostar por si mismo. Pero esta felicidad inicial se fue perdiendo, el jinete se aburría de ganar todas las carreras y aprobechó la época en que la princesa estaba terminando un máster en finanzas y tenía mucho que estudiar para salir del castillo y hacer apuestas ilegales en los paises vecinos. Al principio hacía pequeñas apuestas, un anillo de oro, unas cocharas de plata, la corona del rey...baratijas. Pero después de un tiempo se le fue de las manos, quiso tener más y más y apostó el reino entero. Y lo perdió. 
No os podéis ni imaginar el cabreo de la princesa. Se enfadó tanto que desterró al jinete para siempre pidió el divorcio e hizo desbordar su inicial de todas las sábanas del ajuar. Por suerte ya había terminado su master y aplicó todos sus conocimientos en economía para salvar el reino: Vendió un par de reservas naturales, privatizó el transporte y subió los impuestos. Tardó 3 años en llegar a un acuerdo con los acreedores y recuperar el reino con una deuda de 200mil millones a 50 años para su pueblo. Por supuesto el primer ministro estuvo de acuerdo en todo.

Y colorín colorado este irreal cuento se ha acabado.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, deberias dedicarte a esto o a comentar lo hacen y dicen los políticos, q viene a ser lo mismo.
Mu buena mi curru.

Kramen dijo...

Se nota que tienes arte... me ha encantado. :D

Puede que sea un cuento... pero no parece que sea tan incierto, quien sabe y quien dira... todavia no se han conocido.