martes, 23 de agosto de 2011

Una semana en el motor de un autobús


Después de muchos días sin escribir empiezo a colocar todo lo que ha pasado en el último mes y medio. Han sido muchas cosas, muy juntas. No puedo decir que no esté viviendo "a tope". Es más, creo que he llegado a mi tope.
Y me gustaría pensar que ahora todo va a ser diferente, pero de pronto la casa está casi vacía, y se hace un poco cuesta arriba. Y es que estamos muy lejos. Por suerte ahora el trabajo parece que va a más y D- está tiene mucho lio. Seguro que cuando nos queramos dar cuenta estamos en Navidades camino del frío, los abrazos y el roscón de Reyes.

He descubierto que si te sientas en la última fila de los autobuses dobles (estos que son articulados) puedes pasar un rato muy divertido. Sobre todo cuando el conductor va con prisa (algo muy común en Singapur). El bus va dando botes y derrapando en las curvas y si no tienes cuidado puedes salirte de tu asiento o pegarte un cogotazo en el techo. Yo llevo algún tiempo eligiendo estos asientos y la verdad que siempre me bajo con una sonrisa. El otro día descubrí que no soy la única que conoce este fenomeno y que comparto gustos con niños chinos de 7 años que les dicen a sus madres ¡Vamos a sentarnos atrás, que es más divertido!.


1 comentario:

Kramen dijo...

Disfrutalos intrepida... es el efecto latigo, smashhhh!

Los que no conocimos a los articulados hata adultos... te comprendemos jajaja