Hace mucho que no escribo y es que he empezado a trabajar.
¡SÍ! En un cole muy guay y muy pijo. Pero estoy muy contenta. Echaba
de menos a los enanos y en apenas tres semanas ya estoy harta de ellos…
Mentira, son tan bonicos… Me rio mucho, la verdad. Me paso el día corriendo de
un lado para otro entre infantil y primaria, y es que, he ampliado horizontes y
también enseño a los mayores de la “guarde” que son para comérselos a bocados
si no fuera porque siempre llevan los mofletes negros de churretes y los
bolsillos llenos de arena. He conocido el miedo al ponerme pantalones blancos
el día que tocaba merendar chocolate. Casi muero de un infarto cuidando el
recreo. Creedme, mi trabajo puede llegar a ser de riesgo. He visto mocos del
tamaño de farolas y esta mañana he escuchado a una profesora decirle a un niño
“avísame que quiero ver esa caca” no sé, es otro mundo. A mí me
gustan más los mayores, los gañanes de 5º y 6º esos con el pavo encima que no
paran de retarte, pero mira, los peques también tienen sus cosas buenas, como
que te hacen caso, por ejemplo. Sólo tienes que ponerte seria y decirles que lo
que están haciendo te pone muy triste porque tú vas al cole a pasártelo bien y
se paralizan llenos de remordimientos. Maravilloso, la verdad. Lo de los mocos
lo llevo peor. En fin, que estoy feliz de volver al cole, de pasearme por el
patio del colegio con la rebequita sobre los hombros y los brazos cruzados, de
poder decir “no me gustan los chivatos”, “dale un beso y pídele perdón, pero de
corazón” o “los que estáis perdiendo el tiempo sois vosotros, yo esto ya me lo
sé”, de madrugar, de tener unos compañeros implicados y motivados, de preparar
la función de fin de curso, de llegar a casa reventada, de conducir cada
mañana, de comer lo mismo que los niños, de cantar todo el día y sobre todo de
escuchar a los enanos decir cosas como que los macarrones son fruta y verles
reír con la boca abierta, enseñando todos los dientes que les ha dejado el
Ratoncito Pérez.
martes, 26 de mayo de 2015
martes, 12 de mayo de 2015
Foto: El Goloso, Madrid, Mayo 2015
Esto lo escribí hace tiempo, pero entre unas cosas y otras no lo he subido...
Es bastante curioso cuando hablas de que te estás
separando los comentarios que llegas a oír.
La mayoría de la gente intenta ayudar y apoyarte en
tu decisión. Otros sólo buscan los detalles para comprobar lo maravillosa que
es su vida y lo mal que estás gestionando tú la tuya. Pero en general casi todo
el mundo quiere darte palabras de aliento en el proceso y entre tanto cariño
terminas oyendo frases como estas:
-Entonces habéis terminado bien.
Hombre, todo lo bien que puede terminar una
relación en la que has vivido a 11.000km de tu familia y amigos, en la que la
única persona a tu lado para todo es tu pareja y ves que la cosa se va a pique.
Pues aún haciendo todo lo posible, alguna puñalada
se te escapa y otras tantas que recibes. Porque una separación por muy amistosa
que sea, no deja de ser chunga.
-Lo bueno es que no teníais hijos.
Como si no tenerlos te evitara el dolor y el
sufrimiento. ¿En qué pensáis cuando decís esa frase? ¿Es que si no eres padre
no sientes o padeces? No, mujer si yo lo digo por los papeles, la custodia y
todo eso. Pues si no confías en arreglar algo tan importante como el bienestar
de tus hijos con tu pareja sin necesidad de un abogado, igual el que necesita
separarse eres tú.
-No te preocupes, que seguro que conoces a alguien.
¿Qué te hace pensar que necesito conocer a alguien
para remontar? Precisamente el no saber estar sola y quererme a mí misma tal y
como soy es lo que me ha llevado a estar mal. Así que, quereos un
poquito más vosotros y dejad de proyectar la felicidad en los otros. Yo quiero
estar bien como soy y meter a alguien en mi vida lo único que haría ahora sería
entorpecer mi camino.
Así que, por favor, la próxima vez que alguien os
diga que se está separando evitad estas frases tan poco delicadas y lapidarias.
No ayudan. Nada.
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