lunes, 23 de febrero de 2015

And the winner is...

 Foto: Cisterna, Estambul, Diciembre 2014
 
Ayer fueron los Oscars y al igual que los Goya me la sudan bastante.
Pero voy a aprovechar la ocación para comentar algo que me ocurre a menudo.

Hace muchos años mi profesora de dibujo nos comentó que ella cuando iba a un museo solía pararse detrás de alguna señora de esas que van a ver las obras porque es su sobrino el que explone y no sólo no tienen ni idea de arte si no que no tienen tampoco el temor a dar su opinión. Decía que sus palabras valían igual que las de cualquier artista porque eran opiniones sencillas, naturales, viscerales, de esas que salen sin pensar, fáciles: ME GUSTA, NO ME GUSTA. Y que nadie podía cuestionar el gusto de esas señoras porque era suyo y punto. 

Yo no veo mucho cine. Es caro y he vivido 4 años en un país en el que las pelis eran en inglés con subtítulos en chino y era imposible descargarse nada en internet. Al margen de eso, nunca me he considerado cinéfila. No me gustan las pelis de miedo, me encantan el rollo años 60, los tonos pastel, las de superhéroes, las de cine independiente. No me gustan las comedias ni las pelis románticas, pero a la hora de la siesta todo vale. Me fijo mucho en la fotografía, en el color y suelo pasar por alto la banda sonora... y esto le da a mi opinión exactamente el mismo valor que a cualquier crítico profesional de cine. Me molesta bastante la gente que intenta explicarme porqué una peli es buena o mala, porque no se trata de eso. Se trata de si a mí me ha gustado o no, y en eso, mi desconocimiendo o tu máster en cine no pueden entrar.

viernes, 20 de febrero de 2015

Imprimiendo imágenes.

Al lado de casa había una imprenta abandonada. Sin tejado, sin paredes, sin suelo. Tres plantas de esqueleto arruinado por el frío de los meses de febrero.
Lo descubrí después de haber pasado varias veces por la puerta y me temblaron las piernas al pensar en las fotos del vertedero del sótano, las escaleras a medio caer y las ventanitas de la fachada. Muchas, muchísimas ventanas pequeñas.
Era una imprenta porque así lo ponía en rótulo partido. Y un escalofrío me recorrió la columna de felicidad y nostalgia.
Al día siguiente comenzaron las demoliciones. Y a pesar de haber visto el edificio sólo una vez me dio mucha pena que lo tiraran. No sé por qué. Ese edificio era mío desde hacía sólo veinticuatro horas y me lo habías arrebatado. No pude acostumbrarme a él, a su color, a sus vigas, a sus latas de cerveza oxidadas. No pude cansarme de pasar por su puerta, tan deshecha como el cartel. No pude hacer fotos. Ni una.

domingo, 15 de febrero de 2015

Las sábanas de Renfe




El abuelo era ferroviario.
Los trenes siempre habían sido una parte importante de su vida sin quererlo.
De pequeño había oído tantas historias de estaciones que apenas sabía distinguirlas. Igual todas eran la misma historia. Contada una vez detrás de otra con distintos personajes o los mismos. Con esos caminos de hierro como eje central de todo. Las cajas usadas como estanterías, la fresquera en la ventana, el reloj y el silbato.  Anécdotas familiares dispuestas sobre la mesa sin aparente importancia. Pero que fuero dejando un sabor ferroso en su paladar. Un regusto cercano, cotidiano, de casa.
Años después descubrió que las vías del tren también servían para suicidarse, pero esa es otra historia.
En casa siempre hubo historias y objetos ferroviarios, pero cada vez menos. Su tesoro más preciado eran las sábanas de Renfe. Esas en las que se acostaba de pequeño para ver paisajes, para soñar lejos, muy lejos. Esas tan viejitas y tan suaves como una caricia del abuelo. Y antes de cerrar los ojos podía oír el traqueteo de los raíles bajo la cama, el vaivén de los ejes metálicos rozando entre si… el sonido, lejano, de los sueños llegando.


Os dejo una canción de amor que me dejó ayer K-. 
AMOR DEL BUENO


sábado, 14 de febrero de 2015

Corazones invisibles





A mí San Valentín siempre me ha dado bastante igual. Nunca lo he celebrado con ninguna pareja, pero siempre he terminado pintando algún corazón y regalándoselo a amigos, niños o desconocidos. Me parece divertido: La fiesta del Amor. Celebramos Halloween, Navidad, el día del padre, de la madre, de los niños, de los animales... pues el día del Amor no me parece ni tan mal.
Como toda fiesta consumista tiene sus contradicciones, pero ¿qué celebración no es consumista? Hasta los cumpleaños lo son ya. Si tienes hijos tienes que llevarlos al parque de bolas, al cine o al McDonald, si el es tuyo invitas a los amigos a tomar algo... no sé creo que podemos rascar un poco y quedarnos con lo bonito. Por supuesto es mucho más divertido si haces la versión menos consumista posible de cada fiesta: puedes hacer tu propia decoración, o preparar una gymkana para tus hijos, regalarle a tu madre unas flores recortadas y a tu padre un paseo por el campo o una ampliación de la foto de sus vacaciones en Benidorm. A tu hermano una recopliación de chistes malos o algún juguete rescatado de cuando érais pequeños, no sé, imaginación al poder. 
Hoy haré algunos corazones de papel y los pegaré en cualquier lado. 



Os dejo dos canciones de amor a ver cuál os gusta más. Dejadme alguna más en los comentarios que el día es muy largo y con música se lleva mejor.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Viajes

Foto: Estambul, Diciembre 2014

Preparaba la maleta una vez más. Otra vez. Ésta sin mucho más ánimo que la anterior. Cansada de minimizar sus pertenencias, de prever sus necesidades. La sensación de no encontrar el lugar. De llevar siempre con ella lo justo para vivir, lo necesario para sobrevivir:

- Cepillo de dientes
- Pasta de dientes
- Desodorante
- 2 sujetadores
- 3 bragas
- 3 pares de calcetines
- 3 camisetas
- 2 jerséis
- 2 pantalones
- Un par de zapatos

Yo creo que todo cabe en la bolsa pequeña, no hace falta ni maleta. En dos días estarás de vuelta.

domingo, 1 de febrero de 2015


Foto: Estambul, Diciembre 2014

Vamos a por los 6 años de blog.

Empecé esto un poco por curiosidad, por desidia, por necesidad... Han pasado tantas cosas en todo este tiempo y la verdad, estoy muy contenta de haber podido plasmarlo aquí. Es cierto que ha habido temporadas en las que he sido más perezosa, o simplemente no me ha apetecido fingir que todo iba bien. A veces he tenido que medir mucho las palabras, porque entre los lectores ha habido mucha gente, mi abuela, por ejemplo fue lectora telefónica durante mucho tiempo y eso, aunque tuviera que reprimir algunas palabras me llenaba de orgullo y motivación. Quizá por eso luego dejé un poco de escribir. Quizá. No sé.

Me han leído amigos y familia, y no sólo mi familia directa, también mi familia política. Tíos, primos, amigos de amigos... Mucha responsabilidad para tan poca experiencia. Últimamente, y debido sobre todo al tiempo que pasé sin escribir se ha reducido notablemente el número de visitas, y quieras que no, se agradece un poco. También es cierto que ahora me da bastante igual quien lea esto. Y probablemente os contaré algunas cosas que no han visto la luz hasta ahora, por miedo, vergüenza o pereza. Os narraré historias como aquella vez que Javier Cámara (el actor, sí, el actor) me vio de lejos y acercándose a mí me dijo que tenía unos ojos preciosos y me dio dos besos. Después de 6 años escribiendo qué menos que terminar con los filtros que nos separan. 
Total, siempre os cuento lo que me da la gana.