martes, 29 de abril de 2014

Hacer tiempo

Soy una persona con una gran capacidad para hacer tiempo. 
Mis padres se preocuparon de llevarme a vivir a un pueblo a 50min del centro de Madrid con trenes cada 30min. Esto genera una incalculable cantidad de horas de espera en trenes y en amigos. Porque la gente normalmente queda a las en punto o a las y media. Pero mis trenes siempre llegaban a y diez o a menos veinte. Así que si no quería llegar tarde, lo mejor era esperar y sabiendo de la eficacia de rente, lo ideal era llegar siempre un buen rato antes. Por si las moscas. Así empecé a entretenerme. Primero en el tren. 50 minutos. Y luego otros 20 o más esperando a los amigos de turno. Amigas como N- mejoraban sustancialmente mi capacidad de hacer tiempo llegando entre 30 y 45 minutos tardes cada día. Y así le cogí el gusto a la lectura. Luego me regalaron un lector de cd's portátil (la repera). También aprovechaba para estudiar. 
Soy capaz de pasar una hora y cuarenta y tres minutos sin hacer absolutamente nada. Sólo ver pasar el tiempo delante de mi. A la hora y cuarenta y cuatro minutos cambio de postura para que no se me duerman las piernas. 
Ahora trabajo a una hora y cuarto de mi casa. En lo que va de año me he leído 2 libros de más de mil páginas y los siete libros de Harry Potter. Para que luego digan que el tren es aburrido. Soy capaz de lanzarle una maldición a un chino con solo mirarlo. Avada Kedavra. 
En fin, hacer tiempo se ha convertido en mi pasatiempo. Siempre hay un sitio al que llegar o alguien a  quien esperar. Siempre. 

martes, 15 de abril de 2014

Pilipinas

Nudibranquios, Camiguin, Filipinas, Abril 2014

Este fin de semana pasado hemos estado en Filipinas. Parece que digo esto como el que se va al pueblo. Pues sí, para nosotros ir al pueblo es ir a Filipinas o a Bali o a Hong Kong. No por nada, si no porque vivimos es una isla-estado de apenas 40km de largo así que vayamos donde vayamos supone salir de país.

En Filipinas sólo estuvimos en una isla y teniendo en cuenta que el país tiene unas 7.000 pues tampoco puedo decir que hayamos visto nada significativo. Hemos dormido mucho, eso sí.

Buceamos un poco, caminamos entre dos volcanes y montamos en moto-bus. Más que suficiente. ¡Ah! y montamos en un avión de hélices, que junto a las 1.500 picaduras de mosquito creo que fue lo más peligroso que hemos hecho en mucho tiempo. Y eso que la moto-bus cogía las curvas derrapando.

Cangrejo de Porcelana, Camiguin, Filipinas, Abril 2014

Pez Piedra, Camiguin, Filipinas, Abril 2014



jueves, 3 de abril de 2014

Cuento ilustrado

Hace mucho mucho tiempo vivía una princesa de fresa en lo alto de una presa. 
¿Que por qué vivía en una presa? Pues porque su padre, el Rey, le tenía tanto miedo a la sequía que decidió hacer una presa enorme que le asegurara el agua a su pueblo. Sólo había una cosa a la que el Rey le tenía más miedo que a la sequía: al agua. El pobre Rey no sabía nadar. Así que la vida en el castillo de lo alto de la presa era un poco complicada. Desde ninguna ventana del castillo se podía ver el agua y, si por casualidad, por un despiste, por un descuido de cualquiera de los criados, o de la misma Princesa se quedaba abierta una ventana al embalse, el Rey caía enfermo 40 días y sus 40 noches. La situación no sólo era muy triste sino terriblemente aburrida. A la princesa le encantaba bañarse en el embalse, jugar al waterpolo, hacer piragüismo y skysurfing, pero cada vez que mencionaba algo de esto su padre sufría un ataque de pánico y corría a meterse en la cama, por si caía enfermo. En todo el castillo estaba prohibida La 2 por si aparecía algún documental sobre peces o cetáceos. 
Un día, la princesa decidió salir a pescar con tan mala suerte que al sacar un precioso pez del agua los remos se le cayeron al lago y no pudo volver a tierra firme. Cuando el Rey oyó la terrible noticia primero corrió a meterse en la cama (por si se ponía enfermo) y tras 2 días sin síntomas decidió hacer un comunicado oficial: 
"Aquel que consiga traer a la Princesa sana y salva se casará con ella"

Ni que decir tiene que los jóvenes del reino sabían perfectamente que la princesa no accedería casarse con ninguno de ellos por mucho que su padre lo dijera, así que pasaron olímpicamente del comunicado. 
El Rey, desesperado por la impasibilidad de los jóvenes, decidió tomar las riendas de su reino y solucionar, no sólo el problema de su hija, sino el suyo propio. Mando traer quinientos bloques de hielo del Polo Norte y los lanzó al embalse. Los bloques estaban tan fríos que congelaron la superficie del lago y el Rey pudo ir esquiando a rescatar a su hija. 
Desde entonces todas las ventanas del castillo están abiertas al embalse y dos veces al año quinientos bloques de hielo son traídos desde el Polo Norte.